El cierre de un Museo es un auténtico insulto a la inteligencia y más cuando funciona bien como es el caso del Museo del Traje. Cuando los resposables de su cierre son políticos a los que se ha dado en llamar progresistas y que verían con buenos ojos el acercamiento de la cultura para todos, el dislate es monumental.
Estamos contra la restricción de la oferta cultural y contra aquellos que teniendo que defender nuestros bienes culturales no lo hacen.

6/02/2008

DEFENDER LA CULTURA

El Museo del Traje no puede tener el triste final de los condenados al ostracismo o, peor, a la desaparición física. Su fin dejaría vacío un espacio (al que todos tenemos derecho) pensado para la reflexión, el aprendizaje y el sueño. Por él pululan, personificados en sus trajes, los personajes más variopintos de la historia: Josefina con su “vestido camisa”, la Regenta con su polisón, Madame Pompadour con su “bata”, Felipe II o Cervantes con sus cuellos de lechuguilla, Quevedo con su cuello de golilla, el Conde Duque de Olivares con sus calzones o, por no abundar en el inmenso caudal cultural que ofrece el Museo del Traje, Isadora Duncan con uno de los hermosos delphos de Mariano Fortuny.La falta de sensibilidad que manifiesta el responsable de la decisión de la desaparición del Museo del Traje le hace inadecuado para dirigir el Ministerio de Cultura: la cultura no se reduce a la concepción de un determinado individuo con sus filias y fobias; a la Cultura hay que apoyarla y respetarla y no tratar de cercenarla, limitarla o hacerla invisible, como, con todos los respetos, este señor pretende.Nos privan de un escenario apropiado para hacer y entender la Historia y, se pierde e infravalora el trabajo de tan buenos profesionales que nos hacen posible este sueño histórico y social.

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